- Pero hermano ¡qué frío tengo! – A lo que el contrario Memo contesta.
- Pega un tiro, para que te sacudas el hielo.
Entonces el escaso Memo cargó el arma. Silbó un suave engaño en la noche malva. Un taciturno vagabundo, baboso y orejudo, se precipitó ladrando desde un solar baldío. Le apuntó entre los ojos temblando y nublados ¡BANG! su cara había volado.
Y se echaron a reír los dos de muy buena gana. El ancho Memo encendió un cigarro y se rascó las gruesas nalgas. Su carnal la pistola le pasó.
- ¡Vas! ¡Vas! – el breve Memo exclamó
El obeso la mirada alzó, en el árbol más cercano una ardilla mansa y vetusta una bellota traía. Encañono la mira mortal ¡PUM! el roedor cayó a menos de una milla. Ambos aullaron como uno, la pólvora y el tabaco los envolvían en humo.
- ¡Vas tú! – El gordo gandul le devolvió al menor la fusca.
Al cielo despejado le dio una vista. Una paloma calva y timorata sin nubes o viento la dirección perdía. La explosión del balazo retumbó ¡BANG!, el ave en mil plumas reventó. Pero los Memos deleitados ¡risa y risa!
- ¡Ya vas! – Concedió el más breve, seguro de su victoria alegre.
El extenso Memo buscaba y buscaba, pero en la cuadra ninguna otra presa veía. Volteó a ver a su hermano y su burlona sonrisa ¡PUM! a ver ahora que tan gracioso le parecía.
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